Ra, el dios

RA, el que trae la luz

Nin

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Ra es el dios egipcio del sol, del cielo. Es el dador de vida, el que trae la luz y el responsable del ciclo de la muerte y la resurrección. Es representado como un hombre con cabeza de halcón que porta sobre ella un disco solar y el Uraeus o Úreus, serpiente cobra que representaba a la diosaUadyet. En una mano lleva el cetro Uas que simboliza la estabilidad y el poder, y en la otra el Anj, la cruz de la vida. Su iconografía es muy parecida y a menudo se confunde con la forma de representar a Horus, que es prácticamente igual pero en la cabeza lleva una corona y el doble signo del Alto y el Bajo Egipto, o a veces un disco solar alado.

Aunque no hay unanimidad sobre la cronología del Antiguo Egipto se acepta que alrededor del 2.400 a.c. (V - VI Dinastía, finales del Imperio Antiguo) la popularidad de Ra se había asentado entre los faraones, quienes se consideraban sus hijos y descendientes e incluso su misma reencarnación. La creencia de que Ra descendía periódicamente del cielo y se unía a una mujer mortal, y que todo rey de Egipto era fruto de dicha unión, se mantuvo en el país como algo natural. Sólo bajo el reinado de Akenatón en la XVIII Dinastía se sustituyó a Ra como deidad nacional por Atón (Aten), deidad igualmente solar de similares características e iconografía. El clero al perder sus privilegios se opuso al culto preferente a Atón y el pueblo egipcio continuó venerando a sus antiguos dioses. Tras la muerte de Akenatón todo volvió a la situación anterior gradualmente.

Como en casi todas las tradiciones los dioses egipcios se engendran unos a otros siguiendo una jerarquía a la vez que se van definiendo y especificando sus características y funciones. Según la fuente podemos encontrar que Atum (el que existe por sí mismo) fue previo a Ra o al contrario, y en otras incluso que Ra es una conciencia de Atum. Lo que es claro es que ambos son dioses primigenios dentro de la mitología y que anteriormente sólo encontramos a Nuo Nun, la infinita masa acuosa de la que evolucionan todos los dioses (Padre de los dioses; Engendrador de la gran compañía de dioses). Este Nu parece ser un concepto más que un dios, como lo podría ser Brahman en las tradiciones védicas, las Aguas primigenias (Argé) o Chaos de los griegos presocráticos, o los velos de existencia negativa de la Cábala, un océano infinito de “nada” con todas las potencialidades del Universo y de donde surge la primera conciencia y creación.

Su mitología nos cuenta que al principio todo era oscuridad y sólo había esta infinita extensión acuosa, Nun. De esa oscuridad Nun hizo brotar un huevo del que surgió Ra. Ra tenía el poder de crear lo que quisiese únicamente nombrándolo , de esta forma nombró y creó a Khepri y a Atum , sus formas de la mañana y de la noche. A través de estas formas y subido en su barca (Mandet de día y Mesektet de noche) cruzaba el cielo (Dat) por el día y el inframundo (Duat) por la noche. Al entrar en él luchaba contra la temible serpiente Apofis, quien pretendía evitar a toda costa que Ra, el sol, volviera a resurgir cada mañana. Esta lucha interminable dio lugar no sólo a los días y a las noches sino a todo el infinito ciclo cósmico. Después nombró a Shu, los vientos, Tefnut, la lluvia, Geb, la tierra y a Nut, el firmamento. Nombró todas las cosas existentes sobre la tierra y finalmente al ser humano. La tradición cuenta que Ra tomó forma humana para convertirse en el primer faraón y así fundar la civilización egipcia.

Al proponernos relacionar a Ra con la Cábala nos es más que evidente su situación. Como arquetipo solar le correspondería Tiphareth, la esfera número 6, la posición central del Árbol donde ejerce la función de regulador y sostenedor del mundo en perfecto equilibrio, el corazón del Universo. Hay que destacar la relación entre Ra – Osiris – Horus, tal vez los tres dioses más famosos de la tradición, que son en realidad la misma deidad solar en diferentes grados de densificación o proyección y que nos hablan cada uno a través de su mito de las distintas características y poderes de la esfera. Sirva como ejemplo el sacrificio de Osiris, su muerte y resurrección, o los atributos de guerrero y protector de Horus.

Sobre la contraparte oscura de la esfera no es de extrañar que la tradición egipcia sea algo más elegante que la hebrea. Osiris, una vez recompuesto y resucitado por Isis queda como rey del inframundo y Seth, su hermano y asesino, desterrado en el desierto. En la tradición cabalística el reverso de Tiphareth es la QliphaThagirion, el sol negro, la “bestia”. Thagirion cuestiona e invierte los principios luminosos de Tiphareth, mostrando que el orden divino y sus fundamentos son ilusiones, y que el verdadero equilibrio sólo puede ser encontrado dentro, en la vacuidad del vacío interior.

Como tradición rica en mitos y simbología no es de sorprender que aparezca con recurrencia y protagonismo en sus puntos clave la serpiente. En su acepción solar la vemos como una cobra en los discos solares de varios dioses, máscaras funerarias y estatuas de faraones etc. Uadyet, no sólo es la protectora del Ra, es la fuerza primordial a veces representada como una leona, lo que nos indica sin lugar a dudas que es la Shakti egipcia aposentada en la frente del dios. Como contraparte lunar tenemos a Apofis en el Duat. Representa las fuerzas maléficas del caos y mitológicamente es el eterno enemigo de Ra a quien trata de detener en su barca. Tenemos aquí al Leviatán, las Nagas, el Jörmundgandr, etc. la gran serpiente que fue creada en el gran principio y que mora en las profundidades, símbolo de la energía bruta enroscada en la base de la espina dorsal y por extensión del subconsciente y de la magia ctónica o draconiana.

Ra es en la tradición egipcia la deidad solar por excelencia, la quintaesencia de todas las manifestaciones del Dios – Sol, extendiéndose a través de los tres reinos, el cielo, la tierra y el inframundo, por tanto muchas deidades realzan su propia divinidad incorporando cualidades de este aspecto de Dios solar.