cambio interior

CREAR EL CAMBIO INTERIOR

RALT

 

Pocas veces nos preguntamos qué es nuestra voluntad y si se puede o no modificar mediante criterios conscientes y cual es esa “Verdadera Voluntad” de la que se habla en ciertas tradiciones

¿Qué es un motivador emocional? Como su nombre indica, la emoción es lo que nos hace movernos, nuestra voluntad está regida por las emociones dominantes en nuestro paisaje interior, y no siempre coinciden con nuestros intereses objetivos o con el plan general que nos hemos propuesto...

La posibilidad de hacer modificaciones conscientes en nuestros motivadores proporciona al mago una potente herramienta para incrementar su consciencia, independencia y en resumen, su capacidad de auto-creación de su propio psicocosmos, por ejemplo: Ser capaces de hacer que nos atraiga tal o cual área de estudio que anteriormente nos parecía aburrida o cambiar el nivel de importancia de la salud en nuestra escala de valores.

En mi anterior artículo “VOLUNTAD Y EMOCIÓN” exploraban la raíz de estos conceptos. En el presente artículo, me centraré en el proceso práctico de modificación o cambio consciente de los motivadores emocionales que rigen nuestro comportamiento y la creación de nuestro propio universo personal.

Hay dos puntos principales a tener en cuenta, a saber: A) la decisión de crear un cambio en los motivadores emocionales actuales y B) el proceso de crear un nuevo motivador emocional relevante  para nosotros que puede servir como nuevo componente en nuestro psicocosmos o para sustituir a otro motivador del que deseamos deshacernos (un mal hábito, etc)

 

A) LA DECISIÓN DEL CAMBIO

Como he dicho,  la decisión de cambiar nuestro ecosistema de motivadores emocionales y la elección de los futuros motivadores a incorporar o los que deben eliminarse, debe realizarse utilizando criterios intelectuales, el “sentido común”, basándonos siempre en criterios objetivos, nunca emocionales (la incorporación de la carga emocional se hará posteriormente) ya que de lo contrario, seguiríamos meramente reaccionando a motivadores ya existentes en lugar de crear otros nuevos.

Para esto es fundamental la auto observación interna desapasionada, y la observación objetiva de la como se está desarrollando nuestra vida en el mundo. En nuestra reflexión intelectual, inicialmente hemos de preguntarnos:

 

     1. ¿Por qué hacer un cambio?

Quizá hemos encontrado algo en nuestro comportamiento que objetivamente sabemos que necesitamos modificar o puede que se trate de deseo de auto-exploración de nuevas posibilidades de funcionamiento interno.

 

      2.¿Qué tipo de cambio?

En nuestros hábitos, gustos, intereses, pasiones, fobias o filias... etc.

 

3. ¿En qué área de nosotros?

Modo de actuar con otras persona, comportamiento sexual, intereses personales, interacción con elementos del medio ambiente... etc.

Aquí es importante tener en cuenta el papel de los motivadores ya existentes: ¿Está el deseo de cambio causado por el miedo, la inseguridad, la auto justificación, la intoxicación o es producido por la consciencia de que uno está en una posición incómoda para sus propios fines conscientemente elegidos?

Después, debemos conocer las posibilidades reales conseguir el tipo de cambio que deseamos a fin de ganar la creencia interna necesaria para el mismo, preguntas que debemos hacernos:

 

  • ¿Es realista un cambio en ese área  cuando se ve a la luz del sentido común?

  • ¿Se trata de un cambio coherente con nuestro sistema personal como una totalidad?

(no tiene sentido intentar crear un motivador emocional relacionado con el amor al cultivo de los olivos a un alérgico a su polen...)

Una vez que tenemos claro que deseamos un cambio en nuestro actual sistema de motivadores emocionales, y tenemos alguna idea de en qué área de nuestra psique, pasamos al siguiente punto.

 

B) CREAR UN NUEVO MOTIVADOR EMOCIONAL

En primer lugar, tiene que haber espacio para lo nuevo. En ese espacio lanzamos semillas que serán nutridas por las oportunidades que aparecen aleatoriamente en las corrientes a las que nos expondremos y si el proceso se ha realizado correctamente,  estas semillas podrán germinar y desarrollarse creando los nuevos motivadores.

Los puntos clave a tener en cuenta son los siguientes:

  • Hay que estar conscientemente receptivos a la inspiración que puede aparecer en ciertos momentos imprevistos, esa inspiración forma las semillas de los nuevos motivadores.
  • Esta percepción / Inspiración es necesaria para experimentar un nivel de consciencia más amplio de lo habitual que muestra un horizonte mayor que los límites de nuestra forma habitual de pensar, con el fin de saber que existe un nuevo sistema de pensamiento y que puede ser útil para nosotros en estos momentos y al mismo tiempo para superar la inercia de los sistemas habituales de pensamiento.
  • Tenemos que dejar espacio para que lo nuevo pueda manifestarse, abrirnos a las nuevas formas de ver el mundo ya nosotros mismos (objetivos, los hábitos, las maneras de hacer las cosas y reaccionar).

Cultivando el habito de este cambio de perspectivas psicológicas, nos ponemos en situación de percibir nuevas formas de pensamiento que son semillas capaces de germinar en el área de nuestra psique en la que queremos crear el nuevo motivador. Actuando de este modo estamos usando la intuición de la mano de la razón (noesis) por lo que todos los niveles de nuestra psique están vinculadas con la nueva idea.

No hemos de luchar contra estas nuevas formas de pensamiento, sino observarlas, dejarlas fluir y evaluarlas desapasionadamente hasta que alguna de ellas destaque entre las otras.

Una vez que hemos escogido a semilla el nuevo motivador a luz del consciente, hemos de vincularla subconscientemente  con aspectos agradables del cambio que deseamos a realizar y/o con otros motivadores no cuestionados (por ejemplo valores morales personales, situación de éxito, victorias conseguidas en las que se puedan encontrar factores presentes relacionados con el ámbito del nuevo motivador, etc). Esta vinculación debe ser realizada mediante un cierto periodo de meditación, visualizaciones frecuentes y/o el uso de sigilos.

Una vez vinculada la semilla, el siguiente paso es “plantarla “ formalmente en nuestra mente, mediante una operación mágica ritual de nuestra creación. Este punto es muy importante, pues es un acto formal que le dice a nuestros niveles internos, a donde vamos y comienza el proceso real de transformación.

A partir de aquí, ya no debemos preocuparnos por la semilla de un modo consciente, igual que cuando plantamos una semilla física en una maceta esta sale fuera de nuestra vista y no se nos ocurriría desenterrarla periódicamente “para ver como va su desarrollo”, en este caso también debemos dejar que la semilla crezca en nuestro interior fuera del consciente

Lo que sí debemos hacer es abonar y regar la semilla del nuevo motivador comenzando a recorrer nuevos caminos internos de pensamiento y acción, buscando exponerse a situaciones diferentes y nuevas en las que la semilla del nuevo motivador tenga oportunidad de ser nutrida con nuevas redes neuronales (y su equivalente en los planos internos).

Por último y muy importante: Periódicamente debemos evaluar los efectos que estas nuevas formas de pensamiento tienen en nuestro universo subjetivo.

Hay que tener en cuenta que la fuerza de la inercia de la forma habitual de pensar en contra de estas nuevas formas de ver las cosas es un síntoma de que hay nuevos y diferentes procesos mentales en marcha.

La evaluación debe hacerse siempre a partir de los efectos en el universo objetivo que nos rodea, ya que los cambios en el universo subjetivo son mucho más difíciles de evaluar directamente.

Una buena referencia es a través de como nos ven otras personas y los cambios que notan en nosotros y nuestra vida, sin dar datos a otros del trabajo que se está realizando a fin de no perturbar su objetividad. En este sentido, hay otra razón para no desvelar nuestro trabajo mágico a otros y es que si hablamos de ello con otras personas, estamos dispersando nuestra energía y lo que necesitamos ahora es acumular nuestra acción mágica en nuestro interior, como el vapor en una olla, hasta que tenga la fuerza suficiente para para cambiar nuestras estructuras internas.

 

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